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martes, 22 de abril de 2014

¿Por qué nuestro pene tiene esta forma? Algunas reflexiones sobre el diseño del pene

La obsesión de Sigmund Freud con el falo, lo simbólicamente fálico y las falomanías diversas que pululan por la sociedad, volvieron al órgano sexual masculino un tema recurrente y hasta simpático en el saber popular. Sin embargo el falo, con la musicalidad tamboril inherente a su nombre, sólo hasta hace pocos años ha llamado la atención explícita de la ciencia.
Rompiendo con ello, Gordon Gallup, psicólogo de la Universidad del Estado de Nueva York en Albany junto a Rebecca Burch se ha hecho una interesante pregunta que dio pie a una jugosa teoría de lo más interesante: ¿por qué el pene tiene esa forma?
Para ello, Gallup ha utilizado una lógica que lleva el nombre de ingeniería de reversa, que intenta encontrar el propósito adaptativo o función de las partes del cuerpo, en este caso elpene. Gallup presenta una teoría sumamente interesante y lógica, que arroja claves básicas de nuestra sexualidad y del éxito evolutivo de nuestra especie.
Si se fijan bien (y no tan bien), nuestro pene es singularmente diferente a los de otros animales. Tenemos un pene relativamente largo para nuestra proporción de tamaño, con una ligera curvatura hacia arriba y un glande (“cabeza”, en jerga vulgar) que sobresale al tener un radio mayor al del resto del órgano, culminando en forma de campana.
Gallup explica que nuestro pene está diseñado para eyacular en lo más profundo de la vagina femenina. Su forma hace que ocupe todo el tracto vaginal hasta el fondo, eyaculando con fuerza (hasta dos pies si la eyaculación no se contiene) para alcanzar mayor profundidad. En cuanto a la curvatura, ésta permite rozar el punto G de la mujer, permitiendo así una mayor excitación en ella y por consiguiente una mejor lubricación.
Dentro de esta explicación existe otra de eminente carácter evolutivo. Además de servir para alojar el semen en la profundidad de la vagina, al llenar por completo la cavidad vaginal, el diseño del pene permite desalojar semen remanente de otro macho en la vagina de la mujer, maximizando así la reproducción del individuo. Esto es posible por los ribetes sobresalientes del glande, que permiten barrer con el semen de otros competidores reproductivos.
Si bien cuestionada y no del todo aceptada por la comunidad científica, esta última parte de la explicación de Gallup fue objeto de experimentación en el año 2003, donde se publicó un artículo en Evolution & Human Behavior en el que Gallup y sus colaboradores trabajaron con genitales artificiales para comprobar si la hipótesis era cierta. Si bien no se consiguieron resultados contundentes, los principales puntos de la teoría quedaron identificados.
Como vemos, las claves de nuestro éxito evolutivo yacen en las cosas más pragmáticas como lo son por ejemplo el diseño del pene y de la vagina. Interesantísimos aportes sobre un tema que aún continúa siendo tabú en la ciencia abierta al público, y que demanda más investigaciones para ser conocido más a fondo.


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